jueves, 28 de julio de 2016

el medio es el mensaje / la forma es el fondo

Escribía en este blog, en junio del 2015, en referencia a Alberto Olmos: «[…] si es cierto que va a escribir una obra definitiva (y las tablas y la capacidad las tiene), yo la sigo esperando». En poco tiempo, mi parecer ha cambiado; es más, probablemente entonces ya no era el momento para decir algo así. Lo primero, porque Alberto Olmos ya parecía y parece creer que Alabanza es esa gran novela pendiente y habla de la misma con una suficiencia que no encuentra justificación en la realidad. Lo segundo, porque el personaje de Alberto Olmos ha devorado a Alberto Olmos escritor y a Alberto Olmos crítico. Da la impresión de que lo lapidario y lo polémico se han convertido, en su discurso, en fines en sí mismos, y no en los cauces que eran o parecían ser o debían ser. Estas dos causas hacen que se mueva en el terreno de la autocomplacencia, lo que hace difícil que llegue a poner el empeño que la gran obra esperada requeriría. Pero, además, probablemente las apreciaciones sobre A. Olmos de junio de 2015 ya formaban parte del pasado y, entonces, lo que critico ahora ya era presente. Es decir, que, a toro pasado, da la impresión de que en junio de 2015 ya era algo tarde para tener condescendencia con Alberto Olmos. En parte, la obstinación en aquel parecer era fruto de la idea, que albergo firmemente, de que contar con un aparato crítico sólido proporciona una herramienta única para la dación de forma, para dar pasos firmes hacia la aportación cualitativa en terrenos en los que casi todos estamos destinados a la aportación cuantitativa.


Tenía, en fin, bastantes ganas de leer Guardar las formas, supongo que por las mismas razones que muchos otros lectores, a saber: las declaraciones de Alberto Olmos sobre el formato cuento y su afirmación de que, precisamente porque lo considera un formato menor, se había visto obligado a perpetrar un material de  primera categoría. Lo cierto es que los relatos de Guardar las formas se mueven entre lo bueno, lo correcto y lo mediocre, escorándose la media hacia esto último, muy por detrás en ambición de lo que ya se está haciendo en la actualidad y desde hace tiempo en este ámbito.

Me pregunto si Alberto Olmos, al hojear Guardar las formas ya editado, adquiere consciencia de que un libro de cuentos no puede permitirse diez páginas inanes seguida, mientras que una novela sí; si, al escribir un relato como «Carta a una niña de cuatro años (para que la lea cuando alcance dieciocho)», a mi parecer uno de los mejores del libro, se da cuenta de que una frase mal puesta, una sola palabra fuera de sitio, lo descompondrían hasta los cimientos, otra dificultad con la que la novela vista como un todo no tiene que encararse. La novela, en fin, sobre todo si se trata de un tocho de 200 o 300 páginas en adelante, cuenta con muchos más recursos, no ya que un relato, sino que un libro de relatos, para camuflar la mediocridad [o las partes más mediocres, como se quiera]. Uno se pregunta, vaya, si Alberto Olmos se percató de todo esto durante el proceso de escritura de Guardar las formas. Pero se trata de preguntas retóricas, ya que, en vista de sus declaraciones al respecto, recogidas aquí y allá, hemos de entender que su fracaso artístico como cuentista no le ha llevado a cambiar un ápice su opinión sobre el cuento. Entiéndase «fracaso» desde la exigencia que él mismo parece que se impuso, desde el punto de vista de su propio reto. Guardar las formas no es un mal libro, pero no es ni mucho menos un libro destacable.

6 comentarios:

  1. *Soy el de condonumbilical...

    Muy bueno esto: "contar con un aparato crítico sólido proporciona una herramienta única para la dación de forma, para dar pasos firmes hacia la aportación cualitativa en terrenos en los que casi todos estamos destinados a la aportación cuantitativa".

    Olmos es un bluff (he leído tres o cuatro libros suyos). Tuvo suerte de figurar en el Premio Herralde (junto a Bolaño) con su primera novela, que es normalita. A partir de ahí se ha dedicado a escribir por escribir, a llamar la atención y a explotar su nombre. Poco más.

    El hecho de conocer teoría y crítica (literatura, filosofía, arte, etc.) es muy útil, pero quizás sea más útil ser uno mismo crítico con todo. En definitiva, supongo que hay que tener sensibilidad, percepción aguda y pensamiento crítico, cosas que ya de por sí escasean en la vida cotidiana, pues ni digamos en el mundo creativo.

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    1. Alberto Olmos nunca me gustó como escritor, pero sí me parecía un tipo capaz de analizar la literatura y aportar observaciones relevantes sobre la misma. Durante un tiempo su blog fue (o a mí me pareció) muy importante para entender cómo se movía la literatura española, no solo en cuanto que narración historiográfica, sino además como aportación teórica (de urgencia, vaya, tampoco digo que fuera Roland Barthes). Por eso había querido que Alabanza me gustase, y por eso, aunque no lo hizo, quise ser condescendiente con el escritor. Hasta aquí.

      Con respecto al tema del “aparato crítico”: no me refiero a conocer la teoría literaria como disciplina. El conocimiento, de nuevo, puede ser cuantitativo o cualitativo. A veces hay relación, pero lo primero no lleva necesariamente a lo segundo, solo a su apariencia. El conocimiento de la historia de la filosofía, la estética, etc. no induce necesariamente una visión más elaborada de las cosas (aunque sí, insisto, a la apariencia de la misma). Se trataría de un conocimiento de tipo acumulativo que, independientemente del placer personal que pueda producir, no veo en qué puede aportar nada al mundo de la teoría (y, así, de la práctica). Yo me quiero referir, más bien, a lo que el creador (o el crítico o el teórico) puede hacer con todo eso si elige no solo crear sino, además, pensar en cómo se crea y en cómo se podría crear; hacerlo con sinceridad, no como pose, y por lo tanto con espíritu crítico. En definitiva, ser capaz de reflexionar sobre la creación de un modo “formal”, sin dar demasiados palos de ciego (que es a lo que en muchas ocasiones puede conducir la experimentación o el deseo de innovación sin este aparato –aunque no se me escapa que con pura intuición se pueden hacer muchas cosas, si bien creo que este tipo de creatividad puede ser muy limitada en el tiempo-). En definitiva, que el artista pueda ser también teórico del arte con un mínimo de “actitud científica” al igual que del teórico o del crítico serio se espera que tengan a su vez una mínima sensibilidad artística (como daba a entender al principio, sin necesidad de ser Roland Bathes, pues el artista se dedica principalmente a crear; si se da el caso de alguien que pueda crear de forma relevante y dar además a teorías relevantes de amplio espectro, entonces, miel sobre hojuelas, pero es mucho pedir y se entiende que cada uno tiene sus funciones). No creo que todo esto sea indispensable, desde luego, ni creo que sea la única vía para dar lugar a una obra relevante, pero me parece, desde luego, una muy potente y que diría que, además, se encuentra detrás de una gran parte de la creación que a mí me resulta interesante (aquí estoy afirmando un poco por intuición, tendría que pensarlo detenidamente para afirmarlo con seguridad). En fin, si hablase con un escritor y no dijese algo relevante sobre la literatura (si es que saliera el tema, claro), me resultaría sospechoso. Eso otro de hablar de teoría aprendida de memoria, hacer como que se ha leído todo lo leíble o decir frases grandilocuentes pero vacías sobre la literatura (el “saber” en el sentido en que por desgracia normalmente se entiende) no me interesa (aunque puede tener, eso sí, una cierta utilidad docente). En fin, de lo que hablo es de que el creador con un aparato crítico formal (añadir “y la actitud crítica” adecuada me parece redundante, pues debiera ir implícito en “aparato crítico formal”) tiene muchas papeletas para hacer algo relevante, si es que tiene, además, las aptitudes creativas que se esperan, claro. En esto último es en lo que, por fin me he animado a decidirlo (en realidad, poco después de haber leído Alabanza, al seguir pensando sobre el libro y sobre el autor), A. Olmos pincha.

      Gracias por comentar y por hacerme pensar en lo escrito y obligarme a ampliarlo y especificarlo.

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    2. *CU

      Si no te entiendo mal, lo que aprecias es la obra que responde a un todo armónico, en la que forma y contenido son inseparables. En esas obras hay tanta reflexión en la forma de abordar el tema y de narrar como en el propio tema. Totalmente de acuerdo. Siguiendo esa línea... casi me atrevería a decir que no me atrae ningún escritor que no presente una armonía entre forma y contenido (si es que se puede hacer tal distinción).

      Las teorías, si caen en buen recipiente, pueden dar pie a obras que aplican o reflexionan acerca de esas teorías que a su vez intentan explicar el mundo y, por tanto, puede dar obras mucho más conectadas con el momento actual. Véase Gaddis con sus ideas sobre la originalidad y el arte; Pynchon con la entropía y la teoría de la información (que prácticamente profetiza el mundo actual); Markson con Wittgenstein y la deconstrucción...

      Quizás, quien dice teoría dice ser consciente del mundo que te rodea. Supongo que, en definitiva, se trata de arrojar luz sobre el mundo. Y obviamente, si has percibido el entorno y has reflexionado sobre él antes de ponerte a escribir, más acertada será la obra.

      Evidentemente, todo creador que se precie reflexiona sobre los porqués de sus creaciones. Cuando no sucede esto se aprecia la debilidad.

      Como dice el taoísmo: una cosa es ser erudito y otra ser sabio. La acumulación de conocimiento lleva a la erudición, algo que no tiene nada que ver con la sabiduría. La sabiduría es algo puramente cualitativo y que depende de otros factores.

      El problema es que la gente escribe por escribir, no porque les nace de dentro. Les atrae la idea de ser escritores y vender libros más que la de aportar algo al mundo. Esta es la deformación que genera el capitalismo en lo que anteriormente era más puro.

      Oye, ¿qué te parece si te paso mi novela en pdf y me das tu opinión? La acabé en 2013 y lo mismo si la leyera ahora me parecería una mierda, pero nunca viene mal una opinión formada :)

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    3. hola. leí muy rápido tu mensaje porque no estoy en condiciones ahora. te contestaré más en detalle pero la respuesta sencilla a tus primeras observaciones es: sí. ahora bien: también hago distinciones entre tema y contenido. para mí, el primero es totalmente irrelevante (aunque, desde lulego, hay temas muy trillados que hay que tratar con delicadeza si no se quiere resbalar; ej: una relación amorosa) si el segundo y la forma están bien tratados. en cuanto a lo último, sí, claro que sí; me encantaría. envíame ese .pdf y, si te apetece, un comentario sobre la novela, intencionalidad y tal, para no perjudicarla llevándola únicamente a mi propio terreno. ¡quedo a la espera!

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  2. Respuestas
    1. popsubnormalypunkintelectual [@] gmail.com

      perdona, pensaba que estaba en el perfil :P

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