lunes, 11 de julio de 2016

el marfil es un negocio sucio.



apunte 1 sobre Heidegger:

los artistas que proclaman el arte por el arte y rabian con cualquier expresión de crítica político-social en su seno, y que, sin embargo, no dudan en usar todos los medios a su alcance (menos el arte) para hacer proselitismo en favor de un partido X me causan mucha desconfianza, me resultan harapientos draculillas contra los que la sociedad ha de estar en guardia, como unos Heidegger que pretenden vivir como una especie de ascetas de la estética y el pensamiento en su torre de marfil y que, en el momento menos esperado, se encuentran proclamando la grandeza del nuevo partido nazi.


[en esto, autores como Vila-Matas, en el caso de la literatura, al menos son coherentes y se desentienden dentro de la literatura y fuera de ella].



apunte 2 sobre Heidegger

como ponen de manifiesto las redes sociales, esa fuente inagotable de sondeo, parecen estar de moda las sentencias del tipo «Estos también votan» o «Gente así tiene derecho a votar», ante ciertas manifestaciones de incultura popular. este tipo de declaraciones suelen salir de bocas [auto]consideradas progresistas (el elitismo tradicional tiene su base en otros criterios). que la cultura debe ser un caballo de batalla en la construcción de una sociedad más libre es algo que no se le escapa a ningún utopista, tampoco a ningún distopista. no hay distopía en la que la ciudadanía no esté retratada como profundamente acrítica, aunque no necesariamente como inculta, y he ahí la madre de cordero. en el sentido al que nos referimos, el exceso de cultura acrítica es tan inane como la carencia de ella; que el escribir una coma o no en su sitio sea proporcional al nivel de conciencia política y a la agudeza de análisis social es algo que a pesar de ser proclamado por innumerables sofismas está a aún por demostrarse. en cualquier caso, quienes pregonan este pensamiento de corte elitista (muy característico de esa clase coyuntural conocida como «clase media») deberían preguntarse para qué le valió a Heidegger toda su vasta cultura.


usar el pensamiento crítico con autocomplacencia

                                                                                              no es pensamiento crítico.







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